En Diciembre del 2016 viajamos nuevamente a Europa con Guada, mi novia, esta vez los destinos seleccionados fueron Ámsterdam, Dublín, Edimburgo y volvimos a Londres por segundo año consecutivo, la idea era pasar el cumpleaños de ella en la capital británica. A diferencia del año anterior, esta vez no tenía ningún viaje planeado a Japón por culpa de River.
Salimos con destino a Londres, con escala en San Pablo. Una vez en Heathrow fuimos hasta la terminal 4, despachamos nuevamente el equipaje y después de 45 minutos de vuelo llegamos a Ámsterdam, fueron casi 24 horas de viaje. Para llegar al centro de la ciudad elegimos el tren, que tiene una estación en el mismo aeropuerto, el ticket cuesta un poco más de €5 y tarda aproximadamente 20 minutos en llegar a la estación Amsterdam Centraal, es la opción más rápida para llegar al centro de la ciudad.

Nos alojamos en el Hotel Old Quarter, ubicado a menos de tres cuadras de la estación Centraal, tiene habitaciones privadas y algunas compartidas en los pisos superiores, estilo hostel. Nosotros reservamos una habitación privada, que se localizaba en el primer piso y con vista a uno de los famosos canales. En la parte de la recepción cuenta con un bar donde también sirven comida, allí cenamos y luego salimos a caminar un poco por la calle Damrak, una de las principales de la ciudad, que al ser época navideña es decorada con luces y diferentes cosas conmemorativas.


A la mañana siguiente salimos y desayunamos en The King, donde sirven desde un desayuno inglés, panqueques y también es un restaurant de carne. Después de comer unos panqueques con Nutella fuimos hacia la casa de Anne Frank, entramos rápido ya que sacamos los tickets con anticipación. Es la mejor opción para ahorrarse las largas filas, tiene un costo de €12.50 para adultos, €6.50 para menores de 10 a 17 años y €1 para los menores de 9 años. Al ingreso se narran diferentes historias, sobre la guerra y la forma de vida de la familia, todo con muestras digitales. En el piso superior donde se escondieron las familias Frank y Pfeffer, entre otras personas que allí vivieron. Se puede ver como era el lugar, mantuvieron las paredes y recortes originales que allí había, no hay muebles. Es un recorrido de una hora aproximadamente, con un impacto muy fuerte. Al salir hay una tienda donde se puede comprar el libro y algunos recuerdos, para contribuir con la fundación. Dentro de las instalaciones no se pueden sacar fotos, por lo que no pudimos retratar las instalaciones.


Luego caminamos por las calles rodeadas de canales, pasamos por algunos lugares turísticos como el Palacio Real de Ámsterdam, que cuenta con visitas guiadas cuando la realeza no lo utiliza, con un costo de €10 para adultos y gratis para los menores. También frente a la Plaza de Dam se encuentra el Monumento Nacional, es un obelisco que honra a los soldados caídos en la Segunda Guerra Mundial. Hay por sus alrededores algunos museos, restaurantes y tiendas de moda, entre ellas Primark, nuestra predilecta a la hora de comprar ropa de buena calidad y bajos precios.
Palacio Real de Ámsterdam Plaza Dam
Por la tarde caminamos por el barrio chino, que se encuentra cerca de la plaza Nieuwmarkt, allí se realiza un mercado todos los días y especialmente los fines de semana, cuando más gente lo utiliza. Es un mercado de agricultores, con venta de frutas, ropa y antigüedades, entre otras cosas. En ella se encuentra la construcción no religiosa más antigua de la ciudad, el edificio De Waag, hoy en día funciona como un restaurant. Para terminar el recorrido fuimos al mundialmente famoso Barrio Rojo, que se sitúa en la parte antigua de la ciudad y uno de los puntos turísticos más visitados.
De Waag Decoración Navideña
Al otro día caminamos por el centro de la ciudad, volvimos a pasar por la plaza Dam y caminamos hasta los jardines de Begijnhof, un hermoso patio interno rodeado de casas que eran habitadas por una comunidad de religiosas y allí se encuentra una de las casas más antiguas de Ámsterdam, que data del año 1420. Luego hicimos un paseo en barco por los canales, estos barcos salían justo en frente de nuestra ventana en el hotel, el paseo dura aproximadamente una hora y tiene un costo de €10 por persona, como recuerdo también te sacan fotos que luego venden por €5. El recorrido pasa por los lugares más famosos e importantes de la ciudad, como la estación Centraal, la Basílica de San Nicolás, la Torre del Reloj, los Siete Puentes y navegar por el canal Amstel, entre otros puntos.
Antes de que anochezca fuimos al museo NEMO de ciencias, la entrada es algo cara (unos €17.50), igualmente no ingresamos, pero subimos hasta la terraza que es gratuita y tiene una excelente vista de la ciudad, también cuenta con miradores, había bastante viento y hacía frío, todo un logro descansar un poco en esta terraza. Al bajar recorrimos los canales siguiendo el Festival de las Luces, que son expresiones de arte moderno con la utilización de diferentes tipos de esculturas luminosas, esto se lleva a cabo todos los años, cambiando las muestras y artistas que participan. Pasamos por la plaza de Rembrandt y merendamos en Sweetella, un excelente lugar para tomar algo caliente y recuperar algunas calorías con la gran variedad de waffles, crepes, churros y helados que ofrece, un lugar muy recomendable.
En nuestro último día completo en la ciudad desayunamos en el hotel, era económico, unos €5 por personas, dejamos el equipaje en el hotel y salimos a tomar el tram (tranvía) con dirección a la plaza Museumplein, el viaje tiene un costo de €3 por persona aproximadamente. Alrededor de esta plaza se encuentra el famoso museo nacional, el Rijksmuseum, que contiene grandes obras maestras europeas, el ingreso cuesta €20 para adultos y gratis para menores de 18 años. En frente de este museo se encuentra una gran fuente, que en invierno se congela y se utiliza como pista de patinaje, rodeado de un mercado navideño. Allí se encontraba el cartel de «I Amsterdam» que fue retirado en 2018 por la gran cantidad de gente que se reunía en torno a él, aunque todavía se puede ver uno igual en el aeropuerto de Schiphol. La plaza está rodeada por varios museos más, entre ellos el de Van Gogh.


Volvimos a retirar el equipaje del hotel y tomamos el tren al aeropuerto. Como teníamos el vuelo temprano a la mañana, la última noche la pasamos en el hotel Ibis, cerca del aeropuerto y que brinda un traslado gratis entre este y el hotel, que pasa cada veinte minutos y recorre diferentes hoteles que allí se ubican. Cenamos en un restaurant de hamburguesas que había dentro de las instalaciones y por la mañana salimos para el aeropuerto a tomar nuestro vuelo a Dublín.