Al ser nuestro primer viaje a Europa decidimos estar siete días en Londres y sólo dos noches en París. Claramente nos quedamos cortos, recorrimos varios lugares turísticos, pero nos debemos otra visita para conocer sitios en los que no estuvimos y también subir a la Torre Eiffel.
Llegamos a Gare du Nord, la estación a la cual llega el tren Eurostar desde la capital inglesa. El tren es una gran opción para unir estas dos ciudades, ya que las estaciones están más cerca del centro de la ciudad que los aeropuertos, por lo que se puede llegar más rápido a los lugares de alojamiento, si se encuentran en el centro. En comparación con los vuelos suelen tener precios similares, incluso puede ser más barato ya que en el tren pueden llevar el equipaje sin costo extra, como sería con la mayoría de las aerolíneas. Se puede sacar un solo tramo o ida y vuelta. Por lo general se habilita la compra de los tickets con dos meses de anticipación en esta página.

El Metro nos dejó a la vuelta del departamento que habíamos reservado por Airbnb, que era en general feo, no por ser pequeño como la mayoría de los alojamientos en París, sino que además la calefacción era mala, de la ducha salía poca agua caliente y el inodoro estaba ¡afuera del departamento! Teníamos que salir al pasillo para entrar al baño, algo bastante extraño. Recuerden siempre chequear TODO cuando hacen este tipo de reservas, nosotros aprendimos por las malas.
Estábamos a unas veinte cuadras de la Torre Eiffel, por lo que fuimos caminando hasta allí. Ya era de noche, la torre se encontraba iluminada y haciendo los juegos de luces que la representan, que se repiten todas las horas por unos cinco minutos. Caminamos por el famoso Champs de Mars, el parque frente a la torre, que cuenta con artistas callejeros, artesanos y los clásicos vendedores de souvenirs. Cruzamos el puente de Jena, tras la torre, que lleva a los Jardines del Trocadero, con su gran fuente. Caminamos un poco junto al río Sena, adornado con luces y árboles navideños. No subimos a la torre porque no compramos previamente los tickets y había mucha gente esperando a subir. Los precios varían según la edad, si van hasta el segundo piso o la cima y si lo hacen en ascensor o por escaleras (hasta la segunda planta), los precios para adultos van desde los € 10.40 hasta € 25.90.

A la mañana siguiente tomamos el Metro hasta Les Ivalides, una zona de ministerios, oficinas administrativas y otros edificios gubernamentales. Sobre el Sena se encuentra el puente Alexandre III, uno de los más icónicos y bonitos de la ciudad. De la otra margen del río se encuentran los Jardines des Tuileries, un hermoso parque con numerosas fuentes y estatuas. Dentro hay muchas sillas y lugares para descansar. Al final de estos jardines se encuentra el museo del Louvre, al cual no llegamos a ir y quedará para la próxima visita.

Volvimos y seguimos por los Jardines des Champs-Élysées que, al igual que en Londres, tenía un mercado navideño, con puestos de comida y bebida caliente, juegos para niños y venta de artesanías, junto con otras cosas típicas de la época. Luego de los jardines sigue la avenida con el mismo nombre, rodeada de locales comerciales de las marcas de ropa más exclusivas del mundo, como Louis Vuitton, Lacoste y Boss, entre otras. La coronación de esta avenida es el majestuoso Arco del Triunfo, hecho en conmemoración a las victorias de Napoleón. Cuenta con un gran mirador en la parte superior del arco, con vistas panorámicas de toda la ciudad. El ingreso al mismo está entre € 6 y € 9.50 por persona, es gratuito para menores de 18 años.

No pudimos subir a la torre por la tarde, hubo niebla durante todo el día y tapaba la parte superior, por lo que decidimos no subir ya que no íbamos a poder apreciar las vistas de la ciudad desde allí. Por último y antes de cenar caminamos junto al Sena hasta ver la Estatua de la Libertad, una réplica de la que el gobierno francés le regaló a los Estados Unidos por su centenario.

Debido al poco tiempo que estuvimos en la ciudad nos quedaron muchos lugares por conocer, como el Moulin Rouge, Montmartre y la catedral de Notre Dame, entre otras cosas que ya tenemos en vista.